miércoles, 16 de junio de 2010

La cría del jilguero, metodología y dogmatismo

Esta podría ser la típica entrada sobre la cría del jilguero en cautividad, de la que ya se ha escrito bastante y de la que he leído lo suficiente para saber a estas alturas que "cada maestrillo tiene su librillo". Como indiqué en la entrada anterior en mi primera incursión en la cría de este fringílido he tenido suerte y también supongo que intervienen otros factores, como la alimentación, emplazamiento... y por supuesto los ejemplares elegidos para tal fin.
En esta ocasión quiero presentar un método de cría de la que había oído hablar hace mucho tiempo, pero que sinceramente no me creía del todo. Según los antiguos criadores que conozco no hace demasiados años era común encontrar números jilgueros en la ciudad, compartiendo este espacio con otras aves, hasta que fueron desplazados debido al fuerte crecimiento urbanístico que imposibilitó su cría.
Al parecer era bastante común coger algún nido con chivones algo crecidos para colocarlos en las terrazas o ventanas y que los progenitores terminaran de criarlos. Esto que para mi no terminaba de ser una bonita teoría se ha convertido en un hecho, pues mi amigo Sergio Gómez se encontró un nidal compuesto por tres crías que alguien había dejado al descubierto o no le había interesado por estar demasiado grandes. El primer problema que se le planteó fue la alimentación, pues estaban demasiado crecidos para alimentarlos a palillo, así que tuvo la genial idea de meter a los chivones en una jaula y bajarlos a la misma zona donde se los había encontrado. La respuesta fue inmediata y los dos padres acudieron al reclamo de sus crías para cebarlos. Posteriormente, fue colocándolos en distintos emplazamientos con el mismo resultado, así que decidió dejarlos en la terraza a la que de manera puntual, cada 10 o 15 minutos acudieron los jilgueros hasta completar crianza.
Os dejo un video, ya que una imagen vale más que mil palabras

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